Mi amigo Pancho era un deportista consumado, practicaba fútbol, tenis, baloncesto, atletismo. Le encantaba correr en la playa, bañarse, divertirse con los amigos...
Cierto día se encontraba participando en un campeonato de tenis, en cuartos de final, cuando empezó a sentirse mal. Ya últimamente le dolían las articulaciones y se encontraba con todo el cuerpo hinchado.
-Ya no puedo más, me encuentro fatal, perderé el partido y trataré de recuperarme.
Continuó el partido y viendo que podía ganarlo, hizo un esfuerzo supremo hasta terminar victorioso.
-Mañana es la semifinal. Seguro que perderé, entonces será hora de descansar.
Al día siguiente, a pesar de esforzarse el máximo, Pancho perdió el partido de semifinales.
Ya no podía con su cuerpo. Se encontraba exhusto, dolorido, todo el cuerpo hinchado.
Llegó a su casa y se acostó. Al momento su esposa le dijo:
-Seguro que tienes fiebre, estás todo rojo.
Ella le puso el termómetro y resultó tener 40º.
Inmediatamente lo llevó a la Clínica San Roque donde el médico al verlo le dijo:
-Lo encuentro a usted muy mal. Ahora mismo lo auscultaré.
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