viernes, 31 de julio de 2009

El Salto del León, Pucón, Chile. Dios está allí...

El Salto del León, Pucón, La Araucanía, Chile.

Se encuentra situado a 30 km al sureste de Pucón, La Araucanía. Tiene unos 90 m de altura en un paradisíaco bosque de coigües, ulmos, robles, raulíes, ulmos y robles.

Dios está en todo cuanto nos rodea
en los saltos de agua y manantiales
en el arco iris que alegra nuestra mirada.
Está en el canto de los pájaros
en los frondosos árboles nativos
y en las minúsculas ramas que adornan el paisaje.
Dios está en el bello copihue y en la sencilla margarita.
también se encuentra en la piedra olvidada
y en el diminuto insecto que asoma su cabeza a nuestro paso.
Está en el solitario peregrino que anda despacio con devoción
y en el ejecutivo que camina deprisa entre la multitud.

Dios se encuentra en cada uno de nosotros
que miramos con los ojos del alma
observando cada detalle del inmenso poder del Padre
y en el gran amor que ha puesto en nosotros.

Agradecemos humildemente al Creador
todo lo que nos ofrece cada día
y que recibimos con alegría porque llena nuestra alma
y que compartimos con todo ser humano
que también le abre su corazón.

Todos somos Uno
compartimos la presencia de Dios
Y todo lo que Él nos ofrece
Con Sabiduría y Amor.

.

Fotos Juan Antonio

29- Julio-2009

miércoles, 15 de julio de 2009

Mi madre

Foto de Purita, mi madre, en el año 2007. Tenía 91.

Mi madre ya está viejecita. Ya es un ángel que tiene poca energía para volar.

Hace muy poco estuve en mi tierra, Canarias, y pude compartir un mes intensamente con ella.

Ya se encuentra con pocas fuerzas, con dificultades para respirar. Hasta hace unos pocos meses todavía podía caminar para ir al baño o a la sala para sentarse en su silla, pero fue ingresada en el hospital por problemas respiratorios y allí le atacó una neumonía que la dejó casi sin fuerzas para continuar.

Por la noche pierde la paciencia porque no puede dormir:

-Juan Antonioooo- me llama a grito pelado- Ayudaaaaa.

-Mamá, son las tres de la madrugada, los vecinos duermen y yo quiero hacerlo también- le comento.

-Ah, ¡todavía es de madrugada! No lo sabía.

-A dormir, que aún falta para que amanezca.

Pasado un rato, llama de nuevo:

-Juan Antonioooo…Juan Antonioooo…Ayúdame a respirar.

Ella llama y llama, a pesar de que se le había colocado la mascarilla con los aerosoles y se le mantenía permanentemente con oxígeno en las fosas nasales.

Finalmente cae rendida y duerme un buen rato.

Mientras tanto, yo medito en la evolución que experimentamos a lo largo de la vida.

Recuerdo muy bien a mi mamá que había sido una mujer luchadora durante toda su existencia.

Antes que nada cuidó de sus padres hasta que fallecieron.

Luego dejó su vida para sacar a sus cinco hijos hacia adelante y proporcionarles cuidado, cariño y estudios.

Atendió la tienda, primero de aceite y vinagre, y luego un bazar que fue muy conocido en La Aldea de San Nicolás por ser la primera tienda en vender juguetes, que eran la delicia de los niños del pueblo.

Siempre fue un referente en la familia. Una persona fuerte que junto a mi padre, Antoñito, llevaron el barco hacia buen puerto.

Ya ancianos, rodeados del cariño de sus hijos, nietos y biznietos han ido envejeciendo con una espléndida lucidez.

Mi padre partió hacia su nuevo destino hace cinco años. Mi madre siguió aglutinando a toda la familia interesándose por cada uno de sus miembros, proporcionando compañía y mucho amor.

En estos momentos su vida languidece y cuando está en cama parece una niñita llamando a su mamá, pero ella aclara que ahora su madre es mi hermana que la cuida.

No obstante su estado delicado, por la mañana, sentada en su silla, me saluda mirándome con dulzura:

-Buenos días, cariño, ¿cómo se amanece?

Esa es la vida, nacemos niños y en la vejez volvemos a la niñez.