domingo, 3 de agosto de 2008
Atavismo indecente
Mi colina es mágica porque me encuentro cerca de la luna, de los rayos solares y del titileo de las estrellas. Ellos son simples, puros. No importa el tiempo que haya, ni si es verano o invierno, siempre son íntegros.
Me encuentro en mi colina mágica en estado sosegado en compañía de los pájaros, de la fresca brisa, del silencio omnipresente.
Aborrezco la mentira, el engaño, el aprovechamiento inmoral hacia los débiles. El querer pisar al que se deja, al que no protesta, o que no puede hacerlo.
Hay algunas sociedades que tienen sentimientos atávicos de salir del paso de cualquier manera, no importa si es a costa de los demás. La ecuanimidad, el decoro, el respeto hacia los demás, la imparcialidad, la honestidad importan muy poco.
Lo importante es aprovecharse desde la primera vez, no importa si ya luego no pueden hacer negocio y relacionarse con el perjudicado. No importa si le tachan de desconsiderado o de caradura. Siguen el refrán de que "el que da primero da dos veces"; yo diría mejor "el que se aprovecha del otro primero ya tiene algo ganado", aunque después pierdan todo.
Ejemplos de éstos hay muchos, como el que me vendió leña con engaño y luego regresó para que le comprara otra vez. O el que me pidió prestado cierta cantidad de dinero y no me pagó en las condiciones pactadas, y en otro momento volvió para lo mismo.
También se da el caso que uno ve cómo engañan a otro y más tarde quieren hacerlo con uno. ¡Ni que yo fuera tonto!
En realidad, no sé si es falta de decencia o es atavismo indecente. Siguen la norma de"sálvese quien pueda", aunque sea engañando a todo el que se deje.
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