miércoles, 30 de julio de 2008

Esta no es mi vida


Me voy a volver más loco aún- gritó Pepe. -No hay nadie que me entienda.

Pepe llevaba recluido en la colina mágica durante tres años. De vez en cuando tomaba su bicicleta para bajar por lo montes hasta llegar a la costa, donde vivían sus hijos, nietos y hermanos.

Tuvo que traspasar montañas, con altos precipicios, cruzar grandes avenidas repletas de coches. La gente en la ciudad gritaba, corría y apenas se saludaba, sólo cruzaban unas breves palabras y ¡adiós!

Cuando entraba a la casa de su familia nadie le hacía caso. Su hijo estaba trabajando, cuando llegó a la casa, lo saludó y le dijo:

-Papá, lo siento, me voy a ver el partido de fútbol, pues me esperan unos amigos.

Los nietos estaban en el ordenador, no levantaban la vista, ni para comerse el bocadillo mientras escribían.

La nuera preparaba la cena, al mismo tiempo que veía una telenovela.

Pepe, pensativo, recordó los tiempos en que sus padres y hermanos se reunían a charlar, a contarse todas las incidencias del día. Cuando terminaban éstas, comentaban de política. No en vano su padre era un militante de izquierdas. Había que hablar en voz baja, pues gobernaba el General, un señor muy poderoso, el cual tenía ojos y oídos en todas partes.

A veces nos reuníamos a escuchar Radio Independiente (La Voz de Canarias Libre), la de Cubillo, que emitía desde Argel. En esas emisiones se criticaba la política nacional, la provincial y hasta la de los pueblos. Atacaba la represión de la Benemérita, al alcalde, al cura y a los caciques locales.

Una vez mi padre organizó una fiesta cuando escuchamos por la radio que el Comité de Descolonización de la ONU había aceptado al MPAIAC como Movimiento de Liberación Africano, con el fin de conseguir la independencia de las Islas Canarias, pero todo fue una efímera ilusión. Debíamos seguir como una nota más dentro de la insufrible sinfonía que nos marcaba el paso a todos.

Todo terminó cuando el Ministerio del Interior emitió unas interferencias para que no pudiéramos escuchar la radio.

Desde entonces funcionó el boca a boca, que recorría toda la isla, cuando reprimían a algunos sindicalistas o detenían a alguno del PC, o que los cosecheros-exportadores tasaban la caja de tomates a 6 kg, en vez de los 20 Kg que reclamaban los agricultores. Más de uno fue detenido por esas reivindicaciones.

Fueron momentos de mucha unión familiar. Ya luego la familia se fue disgregando, llegaron las prisas, la tecnología, el pluriempleo. Llegó el egoísmo de vivir cada uno su vida, sin compartir con los demás miembros de la familia

Pepe no pudo soportar más esa indiferencia, tomó su bicicleta e inició el regreso a su colina mágica, a pesar de que eran las diez de la noche.

No hay comentarios: