
La crítica no le era favorable hasta que Ralph Waldo Emerson, poeta, filósofo y ensayista leyó su libro y quedó encantado con él, escribiéndole una carta animándolo a seguir. Eso le dio ánimo para continuar escribiendo y fue el preludio de una larga carrera de éxito como escritor.
La misma obra fue publicada en innumerables ocasiones revisándola y ampliándola, la última y definitiva en 1.892, llegando a ser uno de los libros de poemas más considerados de Estados Unidos de Norteamérica.
Yo me quedé encantado con su lectura que tuvo lugar hace muchos años, recibiendo mucha influencia de él.

“La conjura de los necios” fue escrita por John Kennedy Toole en 1.962, mientras realizaba el servicio militar en Puerto Rico.
Toole solicitó su publicación a varias editoriales, pero siempre fue rechazada. El autor, desesperado, se suicidó. Su madre, creyendo en el valor de la novela de su hijo, insistió ante varias editoriales, pero nunca tuvo éxito. Hasta que le rogó al escritor Walker Percy que la leyera. A duras penas consiguió que le echara un vistazo a las primeras hojas. Se quedó tan entusiasmado que continuó leyéndola y al final quedó maravillado por el valor de la obra.
Finalmente, fue publicada consiguiendo el Premio Pulitzer de 1.981, siendo una de las novelas más vendidas en varios países durante un tiempo.
El título de la obra proviene de una cita de Jonathan Swift, escritor satírico irlandés: “Cuando aparece un genio lo reconoceréis porque todos los necios se conjuran contra él”.
He releído el libro tres veces, pues desde el principio me pareció una obra genial.
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Estos dos ejemplos nos permiten percatarnos de la dificultad de publicar si no se tiene apoyo, quedando muchos escritores, y artistas en general, sin poder dar a conocer su obra por falta de medios.
¡Cuántos genios se habrán quedado en el camino, sin desarrollar su potencial
Ojalá que haya organismos o mecenas que les ayuden, pues aportan un beneficio para la humanidad.
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