
DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
El día 23 de abril fue “El Día Internacional del Libro”, por ello mismo quiero hacer algo especial, haciendo un desafío que me ha propuesto Seisito, de La Vida es Bella (http://seisito.blogspot.com/ ). Consiste en escribir un cuento, un poema, un relato, que incluya las palabras VIDA, AMOR, LITERATURA, SEXO, VIAJE, CINE.
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En la vida hay momentos en que debemos tomar decisiones fundamentales para poder reconducir una situación o estado mental.
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Yo me encontraba agobiado en Santiago de Chile, debido a la presión ambiental, con mucho tráfico y smog, con una fuerte carga por el estrés, debido al trabajo, y sumido en unos problemas existenciales.
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Ante tal situación decidí salir de viaje hacia donde me llevara el viento, cargado sólo con una mochila con los útiles de aseo, una muda de ropa y un libro de meditación que siempre me acompaña.
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Tomé un bus, el primero que encontré, que se dirigía al sur, a la ciudad de Puerto Montt. Me senté al lado de un señor con el que me puse a charlar rápidamente, pues él era de verbo fácil.
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Me contó que él vivía en Castro, la capital de La Isla Grande de Chiloé, en un palafito, que es una construcción apoyada en pilares sobre el mar o sobre un lago, en aguas mansas.
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Hablaba con mucho entusiasmo y amor a su isla, de sus costumbres, de su historia, de la pesca. Decía que la gente allí era hospitalaria, sencilla y muy apegada y defensora de su tierra.
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Al llegar a El Frutillar, me despedí del chilota y me apeé, pues quería dar un paseo por esta hermosa zona junto al lago Llanquihue. Estuve paseando un buen rato hasta que decidí continuar hasta la vecina ciudad de Puerto Varas, situada a orillas del mismo lago. Esta es una ciudad encantadora. Estuve tomando un café y charlando con algunos turistas y con gente de la localidad. Fue un rato muy agradable.
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Como la tarde ya había avanzado, pensé que lo mejor sería encontrar alojamiento donde hospedarme. Al fin me recomendaron el Hostal Munich, regentado por una pareja de alemanes que se habían venido de turismo, pero les gustó tanto la Patagonia chilena que se quedaron a vivir en Puerto Varas.
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La puesta de sol junto al lago, con el majestuoso volcán Osorno y el espléndido sol que iba adornando el lugar con sus últimos rayos, me subyugó y me quedé extasiado contemplando esta maravilla de la naturaleza.
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Pasé largo tiempo sumido en la más profunda reflexión sobre los espectaculares dones que Dios nos regala y que nos hace iluminar nuestra alma. Se atisbaba la llegada de la noche, pero aún en el crepúsculo decidí pasear a lo largo de la costanera, respirando el fresco aire lacustre.
En ese momento alguien se dirigió a mí con una voz melodiosa, suave y llena de encanto. Te he estado observando, me dijo. En ese instante me tomó de la mano e iniciamos el paseo, sólo hablando con el corazón y con unas presiones suaves con la punta de los dedos, transmitiéndonos paz, amor y todas nuestras energías positivas.
Al final del recorrido me dijo que se llamaba Edith, que sus padres eran alemanes y que ella era Maestra Zen. Continuó diciendo: Tengo un Centro de Meditación en la Isla Grande de Chiloé, donde imparto cursos y retiros para elevar el nivel espiritual y de concentración de la gente que lo desee. Yo admito a todo aquel que tenga un corazón abierto, lleno de amor y voluntad de crecer. No discrimino a nadie por razón de edad, sexo, color de su piel, ideología o religión. Tampoco por su situación económica, pues el que no pueda costearse los cursos, le doy una beca para que pueda participar también. Como pago, sólo debe colaborar en la cocina, en la limpieza o en la preparación del Centro zen.
Yo le conté el motivo de mi viaje y que no tenía una ruta definida. Que mi idea era seguir el camino que Dios me marcaba. Mi intención era encontrarme conmigo mismo y elevarme espiritualmente, profundizando hasta llegar al Yo interior.
Edith, al escuchar esto, me preguntó con voz amorosa: ¿Me permites que te invite a mi casa unos días? Yo acepté encantado al instante.
Nos despedimos y quedamos en reencontrarnos al día siguiente. A las 9 en la estación de buses- convenimos.
Aquella noche reflexioné sobre lo sucedido desde que partí de Santiago. Pensé que estas historias sólo se veían en el cine, pero era todo una realidad. Di gracias a Dios el que me fuera guiando en mi camino.
Por la mañana tomamos el bus y pronto llegamos a Puerto Montt, la capital de la X Región. Nos apeamos y dimos un paseo por la ciudad, con aroma a mar, a pescado y a gente laboriosa.
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Luego continuamos hacia Ancud, situada a unos 90 km. de Puerto Montt, una vez cruzado el Canal Chacao que separa la isla del continente. Durante el trayecto hablamos de muchos temas, especialmente de literatura, del padre Reinhard, del Quijote, de Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet, de Coelho.
Llegamos a mediodía al Centro Zen de Edith. Era un lugar espectacular, con un bosque, con una cañada, que era un lugar de meditación en plena naturaleza. El Centro estaba compuesto de su casa, de unas cabañas donde se hospedaban los que llegaban a participar en los cursos o meditaciones y un gran pabellón cubierto, con un cálido ambiente, decorado al estilo budista y con una energía que habían dejado todos los que llegaban a compartir sus dones y a elevar su espíritu.
Allí me quedaría hasta que el Señor me indicara que era momento de continuar mi viaje y qué camino seguir.
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Foto tomada de la red.