
De izda. a dcha: Un padre y su hijo, de California, EE UU; dos amigos andaluces que hacían el Camino en caballo; Mary, una joven irlandesa; y la Sra. Weigel, de Alemania. Abajo, yo, Marta, de Canarias, y Marcel, un chico francés.
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Durante el Camino de Santiago nos encontramos con gente de distintos países. Normalmente nos relacionamos con los mismos durante todo el Camino, pues coincidimos al final de cada etapa. En él hay un espíritu de fraternidad sobresaliente. Todos están dispuestos a ayudar al que lo necesita y siempre se dan ánimo con el saludo: "Feliz Camino, Peregrino."
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Algunos lo inician en Saint Jean de Pied de Port, en Francia, como la Sra. Weigel. Otros lo hacen en distintos lugares.
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El Camino supone para muchos una experiencia mística impresionante. Durante las largas marchas nos intercambiamos experiencias y anécdotas que nos enriquecen a todos.
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Conocí a varios que fueron a hacer el Camino y se quedaron prendados de él, por lo que decidieron permanecer como posaderos, para ayudar a los peregrinos, o como médicos, enfermeros o ayudantes en los albergues. Otros lo llevan realizando muchos años, como José María Sevillano, que lo lleva haciendo 15 años consecutivos.
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Yo tengo la firme esperanza de volver a hacerlo, pues me quedé con las ganas de repetirlo, esta vez de manera más tranquila, con más tiempo y con más conocimiento de la enorme fuerza y vitalidad que nos impregna.
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La distancia mínima para obtener la Compostela o Compostelana es de 100 km. Éste es un documento en el que se acredita que se realizó el Camino por motivos religiosos o espirituales.
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Cuando bajaba desde O Cebreiro, de casi 1300 m de altitud, hasta Triacastela, etapa de 21 km, me cogíó un aguacero mientras caminaba por un exuberante bosque, con espesa niebla. En ese momento pude apreciar la energía y espíritu de millones de peregrinos que los dejaron impregnados en el ambiente. Esta misma sensación la tuve en muchos momentos del Camino. Éste se realiza con un recogimiento y una espiritualidad que quedan para siempre en nuestras almas.
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